domingo, 29 de agosto de 2010

Manifiesto en reivindicación de una calle en Madrid para Hilario Camacho



Hace tiempo era un niño, buen cazador de nubes, que subía al cielo por sumas de escaleras, trepando por la hierba de luz del arco iris o por los hilos de sol de sus cometas. Y quiso volar, antes del silencio, del cruel y del tirano, era un hombre libre con alas en las manos, y ahora vuela con alas blancas con las que abraza el aire y rasga el horizonte, llega a ciudades lejanas y a todos les sigue enseñando que es posible la vida...

No temió volar como un pájaro al país de los sueños, pero un día le quebraron las alas y no volvió, en ese Madrid que tanto amó y en el que el Barrio de Chamberí le vio nacer un 8 de junio de 1948. Se sintió abandonado, entre ruidos y humo, oscuros borrones flotaron entre nubes, y entre sueños perdidos, confusión y sorpresa, latiendo en las venas, entre tinieblas de fiebre se abrió paso la negra noche y le gritó ¡qué solo estás en medio de tanta gente!, y la pequeña muerte murió sobre el trigo de un niño, le besaron las balas al caer la mañana, al callar los sollozos, al nacer el silencio, lloraron las espigas, lloró el surco y la piedra, Hilario quedó solo, detrás de toda la tierra.

Sobre el aire se quedaba la sangre sola y abierta, mientras sus ojos buscaban gaviotas oscuras, yerbas, la muerte vistió zapatos de hierro y de hierbabuena, pantalones de metralla y camisa fría de tierra. Pequeña muerte de aquel niño, arquitecto de sueños a la estrella del alba, muerte de niño y de estrella, muerte de trigo y de sombra, agua de acero y de pena, cuando cayó la mañana, tibia de cardos y hierba, rasgando el día en silencio con un cuchillo en las venas.

Desgarrada la nube, el arco iris brillando ya en el cielo, y en un fanal de lluvia y sol el campo envuelto: despertó ¿Quién enturbió los mágicos cristales de su sueño? Su corazón latía atónito y disperso... ¡El limonar florido, el cipresal del huerto, el prado verde, el sol, el agua, el iris..., el agua en sus cabellos!... Y todo en la memoria se perdía como una pompa de jabón al viento...

Pero predicar en desierto nunca es sermón perdido, porque nada se pierde, todo se gana, la voz del corazón abre, como un oasis, misteriosos oídos... Y nosotros los firmantes de éste manifiesto, reclamamos en Justicia una calle en Madrid con el nombre de Hilario Camacho, como la tienen en ésta ciudad otros muchos y muchas que no nacieron en ella, porque el cantautor creció entre sus calles, la vivió, la sintió, la amó, y en ella vivimos los que somos sus amigos y admiradores, seguidores de su música. Creemos en esa clave secreta que lleva hasta el alma, esa voz interior del alquimista de la música que nos caló muy adentro, porque sabía que el peso del mundo es amor y lo repartió por todos los rincones del mundo, donde aún se le escucha cantar.

Ha sido, y sigue siendo, el mejor embajador de esta ciudad por los cuatro confines del mundo y en Facebook se puede evidenciar que Madrid amanece cada año en muchos corazones que nunca pondrán fin al viaje de Hilario Camacho, porque los que aman y los que sueñan son los que abren la secreta puerta del alma y él nos dejó un legado musical que traspasa los límites sutiles de la vida y de la muerte para ser eternos.

Si otros y otras que no son de Madrid son reconocidos en las calles que llevan sus nombres ¿por qué no lo va a ser él que lo merece tanto o más? ¿Por qué el niño de Chamberí no puede tener ese rincón del Madrid que quiso y lo quiso, que siempre lo querrá, y saber que nada está perdido porque puso su corazón a la vida y a su música?, y nosotr@s ahora, albaceas de su legado, venimos a poner el nuestro para llegar al suyo, Sr. Alcalde y Sres. Ediles de la Villa de Madrid, en reivindicación de lo que creemos justo, que es dar a cada uno lo suyo, en estricta definición legal de la justicia.

Y lo hacemos en calidad de los derechos de vecinos que nos atribuye el artículo 21 de la Ley 2/2003, de 11 de marzo, de Administración Local de la Comunidad de Madrid; los artículos 9.2 y 105 a de la Constitución Española que nos invitan a participar en la política municipal mediante peticiones, garantizando nuestro derecho a ser oídos y, por qué no, escuchados; la Ley 7/85, de Bases del Régimen Local, modificada por las leyes 11/1999 y 57/2003 comienza afirmando en su artículo 1, en consonancia con lo ya dicho, que «Los Municipios son entidades básicas de la organización territorial del Estado y cauces inmediatos de participación ciudadana en los asuntos públicos...», así como el Real Decreto 2568/1986, de 28 noviembre, que aprueba el Reglamento de organización, funcionamiento y régimen jurídico de las Corporaciones Locales (ROF), que contiene un elevado número de precisiones en desarrollo explícito del perfil participativo tan característico de una vida local en democracia.

Finalmente, basamos nuestra legítima solicitud en el derecho de petición que consagra el Reglamento Orgánico de Participación Ciudadana del Ayuntamiento de Madrid, de 31 de mayo de 2004, en sus artículos 12 a 14 inclusives.

Pero sobre todo, creemos que volar no es para pájaros sino para soñadores, y que los sueños también tienen que tener cabida en las calles de ésta ciudad donde más allá de presupuestos, mociones, propuestas, acuerdos y resoluciones, hasta los regidores municipales sueñan, como nosotros los ciudadanos, con esa música que, más allá de la frialdad de las letras y los números, da calor a los corazones y alimenta el alma.

A veces los sueños se cumplen, y creemos que cuando Hilario Camacho tenga su calle en Madrid su voz y su música sonarán con fuerza para los que siempre le recordaremos, para las nuevas generaciones de madrileños y madrileñas y para todos los que visiten nuestra ciudad. Es el único interés que nos mueve, ahora que él no tiene manos ni voz y hemos decidido libremente ser las suyas.

http://hilariocamacho.blogspot.com/

1 comentario:

laura dijo...

Si Hilario te hubiera conocido querido amigo Pachín,hubiera sabido que el mundo no sólo está lleno de estafadores sino de gente con corazón como tú, y nunca hubiera tomado esa fatal decisión. Gracias, de corazón. Bs.