un cigarrito, un cafetito, unas galletas
y después otro cigarrito. Y alguien llama
y con su voz insoslayable va y me dice: “Haz las maletas”.
que un día sí y otro también me ata a su carro,
carro de amor y a la vez carro de combate.
Y me preparo a discutir mientras enciendo otro cigarro.
el de después.
Es anterior,
por eso mismo lo destaco.
Gracias, tabaco.
Y lo descuelgo y ahora soy yo quien la llama
y comunica, no es posible. Y ya no vivo.
Y qué le pasa a este maldito encendedor que no da llama.
y, ya no paso. otro café. Mira que es terca,
esta mujer me sacará de mis casillas.
Salgo a la calle a ver si un taxi permisivo a ella me acerca.
el de después.
Es anterior,
por eso mismo lo destaco.
Gracias, tabaco.
y con mis letras tras la gloria de Cervantes,
héteme aquí, tras la glorieta de Quevedo.
Por culpa de ella mis valores, que se dice, son tan cambiantes.
“No quiero ser más el reposo del guerrero
sino el afán del desertor, y tú lo sabes”.
Y conversamos y llenamos de colillas el cenicero.
el de después.
Es anterior,
por eso mismo lo destaco.
Gracias, tabaco.
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