Sobre la destitución de Pepe el Ferreiro
Imagino que Pepe no le cae bien a la consejera de Cultura. Alguien que es rojo de verdad (y hasta republicano) y que trabaja por la cultura verdad, la cultura popular, tiene que caer fatal a todos esos mandamases, rojos de boquita (rojos de la jet), que gastan millones en «cultura» de diseño para la élite. Pero despedirlo ahora y de esta manera es de una torpeza política mayúscula. No habría muchas maneras más seguras de ofender a los habitantes de esta zona, que se sienten orgullosos (con razón) de Pepe y de su museo. Y esta metedura de pata, en un año preelectoral, supone una sangría de votos que cualquiera que tenga intención de ganar no puede permitirse. Una sangría, por cierto, que debe sumarse a las causadas por otras meteduras de pata como el plan sanitario, los plazos de la autovía y muchas más. Tal parece que quisieran que perdiera su partido. ¿Sabrán ya seguro que no van a repetir? ¿Estarán boicoteando la candidatura de Javier Fernández? ¿Tampoco repetirá el alcalde de Grandas?
Más sencillo es explicar la actitud de sus socios de gobierno. A estas alturas, todos sabemos que el punto único del pacto es el reparto de nóminas, prebendas y chollos. Mientras cobren, lo de las políticas sociales y ambientales tiene arreglo. IU es una subcontrata del PSOE. Pueden fanfarronear y despotricar un poco en los chigres, pero cuando Tini dice «rana», ellos saltan. El arecismo cuenta con mucho más apoyo en la ejecutiva asturiana de IU que en la del PSOE. Por eso, sería deseable que los parlamentarios de IU que se acerquen a expresarle su solidaridad a Pepe lo hagan con un beso. Es la manera tradicional de vender a alguien. O podrían presentar una moción de censura contra
No me sorprendió el representante de Cajastur. No esperaba que se abstuviera ni, menos, que votara en contra de
El único que sale reforzado de todo este enredo es Pepe el Ferreiro. Como a esos futbolistas que, después de un gran partido, cambian dos minutos antes del final, Pepe, gracias a la torpeza de sus enemigos, sale ahora entre la ovación del público sin esperar a la jubilación. Lo han puesto bajo los focos y permitido que la gente apreciara la grandeza de lo que ha levantado con su esfuerzo. Nadie le podrá quitar nunca eso. ¡Enhorabuena, Pepe!
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