miércoles, 3 de febrero de 2010

Golpear al herrero

Sobre la destitución de Pepe el Ferreiro 


ANTONIO OCHOA Desde que echaron a Pepe el Ferreiro de su museo, muchos comentaristas han manifestado su sorpresa y lo han calificado de absurdo, escandaloso, caciquil y muchos otros términos que no citaré, pero que suscribo en su práctica totalidad. Ahora, pasado un poco de tiempo, prefiero exponer una serie de dudas y reflexiones que, tras la primera perplejidad e indignación, han ido apareciendo en mi mente. Porque, como en todo asunto poco claro, habría que preguntarse por los motivos de los distintos implicados. ¿Cui prodest? ¿A quién beneficia?

Imagino que Pepe no le cae bien a la consejera de Cultura. Alguien que es rojo de verdad (y hasta republicano) y que trabaja por la cultura verdad, la cultura popular, tiene que caer fatal a todos esos mandamases, rojos de boquita (rojos de la jet), que gastan millones en «cultura» de diseño para la élite. Pero despedirlo ahora y de esta manera es de una torpeza política mayúscula. No habría muchas maneras más seguras de ofender a los habitantes de esta zona, que se sienten orgullosos (con razón) de Pepe y de su museo. Y esta metedura de pata, en un año preelectoral, supone una sangría de votos que cualquiera que tenga intención de ganar no puede permitirse. Una sangría, por cierto, que debe sumarse a las causadas por otras meteduras de pata como el plan sanitario, los plazos de la autovía y muchas más. Tal parece que quisieran que perdiera su partido. ¿Sabrán ya seguro que no van a repetir? ¿Estarán boicoteando la candidatura de Javier Fernández? ¿Tampoco repetirá el alcalde de Grandas?

Más sencillo es explicar la actitud de sus socios de gobierno. A estas alturas, todos sabemos que el punto único del pacto es el reparto de nóminas, prebendas y chollos. Mientras cobren, lo de las políticas sociales y ambientales tiene arreglo. IU es una subcontrata del PSOE. Pueden fanfarronear y despotricar un poco en los chigres, pero cuando Tini dice «rana», ellos saltan. El arecismo cuenta con mucho más apoyo en la ejecutiva asturiana de IU que en la del PSOE. Por eso, sería deseable que los parlamentarios de IU que se acerquen a expresarle su solidaridad a Pepe lo hagan con un beso. Es la manera tradicional de vender a alguien. O podrían presentar una moción de censura contra la Consejera. Seguro que la ganarían, pero apuesto a que no darán ese paso ni apoyarán al PP si lo hace.

No me sorprendió el representante de Cajastur. No esperaba que se abstuviera ni, menos, que votara en contra de la Consejera. Las cajas son meros apéndices de los partidos. Protestan cuando las acusan de usar el dinero de los ciudadanos para financiar intereses políticos, pero cuando llega el caso de decidirse entre unos y otros está muy claro a quién apoyan. Y tampoco me asombra la mezquina actitud del nuevo director del museo. Sólo me choca que se haya negado a decir si tiene o no el carné del PSOE, como si le avergonzara. No imaginaba que le quedaran tantos escrúpulos.

El único que sale reforzado de todo este enredo es Pepe el Ferreiro. Como a esos futbolistas que, después de un gran partido, cambian dos minutos antes del final, Pepe, gracias a la torpeza de sus enemigos, sale ahora entre la ovación del público sin esperar a la jubilación. Lo han puesto bajo los focos y permitido que la gente apreciara la grandeza de lo que ha levantado con su esfuerzo. Nadie le podrá quitar nunca eso. ¡Enhorabuena, Pepe!

Fuente: La Nueva España

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